viernes, 24 de julio de 2015

En Regensburg, castellanizada Ratisbona

Barbara Blomberg y Carlos V
Una hermosa joven de 19 años perteneciente a la burguesía de Regensburg llamada Barbara Blomberg, hizo perder el sentido a nuestro ya maduro Carlos I de España y V de Alemania cuando éste contaba 46 años de edad. Fruto de esa apasionada relación nació Juan de Austria en esta ciudad a la que ahora nos acercamos pedaleando. Para llegar hasta este lugar de Regensburg en el que vino al mundo el reconocido hijo bastardo del emperador, tenemos que recorrer los cuarenta kilómetros que separan Kelheim de esta ciudad, la llamada ciudad gótica y románica de las cien torres que, según dicen, posiblemente sea la ciudad mejor conservada de Alemania. Mucha gente la compara con Praga. Es discutible. Regensburg también tiene un aire que a otras gentes les recuerda a algunas ciudades medievales del norte de Italia, con calles estrechas en las que abundan los viejos edificios con detalles góticos. También discutible. Lo que es innegable es que esta ciudad, extrañamente castellanizada como Ratisbona, tiene historia sobrada en sus entrañas y un germánico bullicio cotidiano con encanto propio que merece la pena conocer. 

Esta ciudad que es la meta de nuestra sexta etapa y el punto más al norte de todo el Danubio, fue fundada por los romanos aprovechando que el Danubio marcaba la frontera septentrional del imperio y conocida entonces como Castra Regina, de donde deriva el actual nombre de Regensburg. Los únicos restos romanos visibles parecen ser la pétrea Porta Praetoria, una de las puertas que daba acceso al campamento y que hoy se encuentra adosada a un edificio moderno.

"Sé que tú amas la nada, y no por su valor, que es mínimo, sino porque se puede jugar con ella". Así se las gastaba otro hijo ilustre de Regensburg, el famoso matemático, teólogo y astrónomo Johannes Kepler, que está claro que sabía tanto o más de filosofía o de metafísica que del movimiento de los planetas alrededor del sol (y de esto sabía bastante). Con esas intensas y rotundas palabras felicitaba el astrónomo alemán en 1611 el año nuevo a un amigo y le enviaba el tratado en el que se pregunta por qué la nieve cae condensándose en estrellas de seis puntas. En Regensburg hay que visitar la casa en la que murió en 1630, hoy convertida en Museo Kepler. Es pequeño y discreto pero son interesantes los aparatos de astronomía que construía para realizar sus experimentos y hay que ver también aquella bota suya en la que gustaba empinar el codo, para la que inventó un sistema que le permitía medir exactamente en cada instante el vino que quedaba en su interior. 

En esta ciudad, según Maximiliano I "la más floreciente en un tiempo de todas las ricas y famosas ciudades de nuestra nación alemana", cuyo casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2006, hay dos monumentos especialmente destacables, la Regensburg Dom, (la catedral de St. Peter), que constituye el ejemplo más importante de la arquitectura gótica en Alemania Meridional y el viejo puente de piedra sobre el Danubio, construido en la primera mitad del siglo XII, que al parecer es el puente más viejo sobe el Danubio y también de toda Alemania.

Una paisana, Andrea Maria Schenkel, nacida en Regensburg, se sintió impresionada desde su infancia por un crimen brutal habido en la zona en los años cincuenta. En un pequeño pueblo próximo a Regensburg, la familia Danner fue salvajemente asesinada en su granja. Los cuerpos sin vida de los padres, su hija y sus dos nietos de corta edad, así como la criada que ese día había acudido por primera vez a la casa, fueron descubiertos por unos campesinos, que entraron en la finca intranquilos por la rara ausencia de sus vecinos. Andrea María nunca se quitó de la cabeza aquella masacre y siempre vivió angustiada pensando que alguien de entre su pequeña comunidad pudiese ser capaz de cometer semejante brutalidad. Aun hoy el caserón de los Danner en Tannöd es conocido como el caserón de la muerte. La historia, todavía sin resolver, le llevó a escribir Tannöd, el lugar del crimen, su debut literario, una auténtica revelación en Alemania y un bombazo literario. Publicado por una pequeña editorial, se encaramó durante más de un año al primer puesto de las listas de ventas y obtuvo el prestigioso Deutscher Krimi Preis y otros varios antes de ser adaptada al teatro y llevada al cine.

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