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miércoles, 29 de julio de 2015

Passau, el Danubio tricolor

Nibelungenlied
El Cantar de los Nibelungos es un poema épico de la Edad Media escrito en el siglo XIII con características similares al Cantar del Mío Cid en España o a la Chanson de Roland en Francia. En él se narran buena parte de las leyendas tradicionales sobre los pueblos germánicos, adornadas con hechos históricos y con creencias mitológicas. Se describen las gestas de Sigfrido, un cazador de dragones de la corte de los burgundios, que lucha por conseguir la mano de su amada, la princesa Krimilda.

Passau, el punto al que nos dirigimos en la última etapa desde Deggendorf para después de otros 57 kilómetros dar por finalizada nuestra aventura cicloturística, es una ciudad clerical, tiene en sus señas de identidad un pasado en el que el clero juega un papel fundamental dentro de su historia. En la aventura XXI del Cantar de los Nibelungos queda constancia del protagonismo episcopal en la ciudad. "In der stat ze Pazzouwe saz ein bischof" (en la ciudad de Passau reinaba un obispo). Con la iglesia hemos topado, amigo Sancho. En el mismo sentido abunda Claudio Magris en El Danubio cuando dice que "el Oberhaus -la fortaleza episcopal- mantenía bajo sus miradas y bajo sus cañones a los burgueses y su Ayuntamiento, tutelando un orden compuesto de devoción religiosa y autoritarismo clerical".


Un erudito en casi todo, Alexander von Humboldt, geógrafo, astrónomo, humanista, naturalista y explorador alemán, no manifiesta asomo de duda al considerar la gran belleza de la ciudad. En alguno de sus textos habla de Passau, esta ciudad próxima a la frontera con Austria, como una de las capitales  más hermosas de Europa.

Passau es llamada la ciudad de los tres ríos puesto que en ella confluyen el Eno, cuyas aguas vienen de los Alpes y son de color verde, el Danubio, de musicadas aguas azules, y el Ilz, con agua proveniente de una zona pantanosa de color negruzco. En el lugar en que los ríos confluyen, la diferencia de color de los mismos se hace más notable y resulta llamativa. La vista desde el Dreiflüsseck, punto donde se juntan los tres ríos, no se debe perder, es magnífica. Se disfruta de los tres ríos y se ven las torres de San Pablo, el monasterio de Nediernburg, la iglesia de San Miguel, la catedral, el Ayuntamiento, ... (por cierto, merece la pena visitar el salón de actos de Ayuntamiento de estilo barroco, ante todo, por la colosal pintura del pintor Ferdinand Wagner, que muestra a Krimilda, la mujer de Sigfrido, entrando en Passau acompañada de su tío, el obispo Pilgrim).

La ciudad está dividida en tres partes: Altstadtla Ciudad Vieja, en la península que forman los ríos Danubio y Eno, Innstadt, la Ciudad a orillas del Eno (Inn en alemán) e Ilzstadt, la Ciudad a orillas del Ilz. En el año 739 Passau se convirtió en la residencia oficial del Obispo y desde 1217 la ciudad fue nombrada un Fürstbistum, es decir, que era gobernada por un obispo-príncipe. En el año 1225 se le concedió el permiso a Passau de llamarse ciudad. Paseando por el casco antiguo pueden admirarse la nueva residencia episcopal, el ayuntamiento y el monasterio de Niedernburg (construido por Federico Barbaroja). También atesora reliquias arqueológicas de su pasado romano que se pueden apreciar en el Museo Romano Castillo de Boiotro.


En 1662 toda la ciudad fue destruida por un gran incendio. Posteriormente fue reconstruida por arquitectos italianos que le imprimieron un estilo barroco. Passau preserva, por eso, una atmósfera mediterránea, distinguiéndose de las demás ciudades de la región por el estilo de sus construcciones. La hermosa catedral de San Esteban (Dom Sankt Stephan) es de estilo barroco italiano y posee el mayor órgano eclesial del mundo (17774 tubos, 233 registros sonoros y 4 carillones). Todos los jueves no festivos del verano, a las 19,30 se ofrecen conciertos al público.


Otra de las maravillas de Passau no tan agasajada en la literatura pero con indiscutible valor, es la cerveza. Nuestro compañero de viaje, Claudio Magris, recuerda que cuando el ministro de Luis I de Baviera, Rudhard, hijo de Passau, tuvo que embarcarse camino su nuevo destino en Atenas se pasó la travesía bebiendo cerveza de un enorme barril que había mandado embarcar y cantando canciones bávaras. Sobre las bondades de la cerveza de Passau y el amor que le profesan los hijos de la ciudad también hace mención en otro pasaje de "El Danubio": "La cerveza de Passau desempeña constantemente un papel eminente. El reservado y melancólico Stifter, cantor de la renuncia y destinado a un trágico suicidio, la elogia repetidamente y ruega a su amigo Frank Rosenberger que le consiga cincuenta litros, veinticinco para él y veinticinco para su mujer".